Malabarista

Por fin enciende, al girar la llave fueron tres los falsos intentos del agónico motor. Siempre que estoy apurada falla algo, me olvido las llaves o la billetera. Algo siempre me hace como girar en círculos (estoy molesta).

 Bajo por la calle y hago el mapa mental de recorrido. Mientras eso pasa: se me ocurren frases, que se esfuman. También suelo hacer catarsis, invento canciones, historias. Hoy estoy desolada, siento el corazón atormentado, por tantas cosas que pasan y unas lagrimas caen vagamente por mi cara. 

De repente estoy llorando; se me nubla la vista. Pienso que el mundo es muy injusto. Se me estruja el alma.

Voy a bajar por la avenida, cruzo el centro por la calle paralela, en la rotonda sigo derecho y sin querer giro como desobedeciéndome, cambiándo mis propias reglas. Y no es la primera vez. Estoy frente al semáforo que quería esquivar porque es de tres tiempos: largo, larguísimo, eterno.

Aquí estoy tragándome las lágrimas saladas y me llama la atención un tipo malabarista, que hace burbujas gigantes y sonríe;  eso es fenomenal (pienso).

El tiempo se para cuándo grita "que vende ilusiones". Entonces me rio, saco unos pesos del bolsillo y se los doy. Ya no lloro. Compré un par de ilusiones.




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