La fiesta

En un ratito salimos Guada gritó Laura mi hermana, ella me prestó un vestido verde que es hermoso, mamá insiste con los zapatos pero yo prefiero zapatillas, porque voy a bailar toda la noche; es el cumple de mi mejor amiga, y soñamos hace años con esta fiesta. Después de la vacuna siguió unos meses más en confinamiento. Este es mi primer 15 y me dejan ir si va mi hermana que tiene 18 y maneja, mamá hace turnos rotativos y no puede buscarme. Tenemos que volver antes de las tres dijo mi vieja, ni un minuto menos. Por suerte la fiesta es a unas veinte cuadras, a diez cuadras está el club Laprida donde jugamos todos los sábados al fútbol y al lado la escuela y cerca la casa de Sabi. Llegamos en horario o quizás muy temprano, afuera estaban las chicas y chicos de la escuela, los chicos del barrio, los del merendero, a lo lejos vi a Kevin con Luis y Jonny dicen que entran más tarde. Las hermanas de Sabina corren de aquí para allá, con los preparativos. Nelson el hermano del medio esta parado en el portón, nos dice donde dejar la moto. Entramos a la fiesta por al patio, estaba perfecto, hace semanas que sacaron los cacharros y quedó mucho más grande: había globos, guirnaldas, unas luces que salían desde un rincón que iluminaban todo, un cartel con muchos colores y las manos de toda la familia que decía: “Cushiska huatachakuy (feliz cumpleaños en quechua). A nosotras nos tocó sentarnos en la mesa cuatro con las chicas de fútbol, éramos diez y estaban: Karen y Aylen, Gisela, Eugenia, Marita y las tres hermanas Guantay. La mesa ya tenía gaseosas y unas empanadas para picar, era una noche agradable y estábamos todas nerviosas y contentas, por la ropa y todos los preparativos. Al rato el patio estaba lleno, la música muy fuerte, en un momento se apagó todo. Habló Aldo el primo de las Guantay que ofreció pasar música a cambio de unas cervezas y pidió atención y un fuerte aplauso para la dueña de la noche. Entonces entro Sabi con los ojitos brillando, con su pelo negro suelto y un vestido azul corto estaba acompañada por su papá, y se acercó hasta el micrófono: -Bueno señores muy buenas noches muchas gracias por la presencia de todos ustedes en este día tan especial para Sabina en nombre de mi esposa Paulina y de mi persona, (y siguió) Muchas felicidades mamita este presente es para ti (le dio un ramo de flores). Espero que se diviertan, muchas gracias por asistir. Este, hija, es otro regalo de tus hermanas espero que te guste. Sonó fuerte un Salay, llenos de ritmo y color entraron un grupo de chicas y chicos bailando: ellas de blusas bordadas con brillos y polleras con muchos volados, plisadas y con enaguas, sombreritos de ala corta y unas tullumas colgando de las trenzas, ellos pantalón bordado y chaleco negro decorado con brillos y sombrero o chulos los más jóvenes. Bailaron con mucha gracia y al final invitaron a Sabi y a sus papás. Todos estaban realmente muy contentos. Nosotras nos acercamos entre baile y abrazos a saludar y nos quedamos charlando un rato, hasta que Aldo dijo que para los jóvenes: había choripán o hamburguesas, y para los adultos: picante de pollo, tamales y empanadas. Después de la comida siguió el vals y el baile, llegaron más chicos y Kevin me saco a bailar un ratito, y la fiesta se puso más divertida porque chayamos con harina (no con agua dijo doña Paulina). A las dos y media mi hermana ya se puso nerviosa y me pidió que me despida. No llegue a comer la torta, pero Kevin me dio su teléfono. Despedí a Sabina con un abrazo grande y volví cansada y contenta a casa. ...En esta fecha se me da por soñarte amiga, el veinticinco cumplías quince y en mi corazón después de tantos años sigo sin entender por qué a vos. (A Sabina Condorí Garnica la violaron y asesinaron a los 11 años, salió a comprar al kiosco del barrio eran las siete de la tarde/// En este relato: no corresponden nombres, ni familiares, ni amigas).

SABINA


 

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